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LA POSIBLE RESPUESTA DE LA PSICOLOGÍA A LA MEDICACIÓN PSIQUIÁTRICA


RESUMEN

“Lo que más deseo con todas mis fuerzas es dejar de depender de una pastilla para sentirme mejor”, “quiero creer que soy capaz de solucionar mis propios problemas; medicarme me hace sentir que no puedo”, “me siento bien después de una dosis y luego vuelvo a experimentar una tristeza profunda; parece un constante sube y baja”, “jamás comprendí por me sentía así, lo único que sabía era que debía tomarme las pastillas para dejar de sentirme deplorable”. Estas expresiones antepuestas, son demandas reales manifestadas por pacientes que atendí en la atención clínica psicológica, quiénes en un primer momento recurrieron por muchos años al uso de fármacos para tratar sus problemas psicológicos. La experiencia que los pacientes expresan con el tratamiento psiquiátrico, provoca reflexionar sobre el abordaje que se ha priorizado para tratar dichas dificultades; y que, por esta razón, ellos mismos han comenzado a cuestionarse ¿A quién deberían acudir en primera instancia para tratar sus problemas psicológicos?, ¿Qué tratamiento es más efectivo?.


Palabras Claves: Psicoterapia, psicólogo, medicación psiquiátrica, enfermedad mental.


INTRODUCCIÓN.

No es desconocido para los profesionales que se especializan en el área de salud mental y los pacientes que acuden por ayuda psicológica; que la psiquiatría ha estado durante muchos años a la vanguardia y en primera línea de tratamiento para disminuir los síntomas que los aquejan. Esto ha generado mayor confianza en la psiquiatría para atender los problemas psicológicos; incluso existe una diferencia de jerarquía de un médico psiquiatra frente a un psicólogo o psicoterapeuta.


Entorno al planteamiento anterior, es posible hipotetizar que este fenómeno se siga presentando debido a que aún en la actualidad existe un desconocimiento de la salud mental, y específicamente de la psicoterapia; puesto que, continúa persistiendo la idea de que la psiquiatría y la psicología constituyen lo mismo. Es preciso aclarar, que no se intenta marcar una idea de que ambas disciplinas son enemigas de una de la otra o de crear una frontera entre ambas; pero si en explicar a los pacientes que ambos difieren en sus procedimientos, métodos de evaluación, teorías y sobretodo disienten en la explicación y descripción que ambos exponen de los problemas psicológicos, comenzando porque en medicina psiquiátrica los denominan: “enfermedades mentales o trastornos mentales”.


La idea anterior hace plantearse lo que González Pardo, H., & Pérez Álvarez, M. (2007) argumentan y exponen: la clave está en cómo se hacen pasar los problemas psicológicos como enfermedades médicas. Estos problemas psicológicos no son otra cosa que problemas de la vida como: fracasos, conflictos, decepciones, pérdidas, agobios, dificultades, etc. y lo que las personas hacen para solucionarlos. Es decir, el problema es la Psicopatologización de la vida cotidiana. Trasformando los problemas cotidianos en enfermedades mentales.


En este sentido, es transcendental comprender que las necesidades de los pacientes son prioritarias, y que los recursos que disponen para resolver sus propios problemas o conflictos los tienen; por eso es necesario psicoeducarlos y evaluar juntos con ellos las alternativas y opciones que los beneficien. Esto significa, que es parte del deber del médico psiquiatra y del psicólogo, marcar sus contrastes, siendo trasparentes en los efectos que traerá elegir un tratamiento sobre el otro o por el contrario elegir ambos o ninguno. La clave es procurar generar en el paciente alivio y esperanza de que su problema podría tener solución y no ser otro factor de intranquilidad.


Es importante que como lo menciona Yanguas, E. P: se parte de un paciente idealmente pasivo, que no cuestiona la medicación, siempre efectiva y segura, prescrita por un médico que sabe lo que es mejor para el paciente, que proporciona información clave e imparcial, y en cuyas prescripciones racionales nada debería interferir. Pero resulta que las personas a las que se les prescribe, realizan a partir de su experiencia un complejo y cuidadoso análisis de beneficios y riesgos de la medicación, de modo que la no-adherencia refleja un acto "propositivo” de prudencia.


Los pacientes realizan sus evaluaciones y acciones basándose en un conocimiento incompleto, frecuentemente tienen dificultades en la atribución de la causa, entre su experiencia y los fármacos y tienen miedos, y deseos contradictorios, temen tanto a los efectos adversos de los medicamentos como a los síntomas de la enfermedad y la recaída. Además, existe un fuerte sentimiento de incertidumbre y de impaciencia en saber cuándo comenzará a sentirse mejor y por qué a pesar de que se está en tratamiento farmacéutico, existe interiormente una sensación de vacío, angustia o de desesperanza.


Para tal efecto, según González Pardo, H., & Pérez Álvarez, M. (2007) esbozan: que no es que no existan los trastornos mentales y tampoco en ningún momento, se niega el sufrimiento de los pacientes. Sino todo lo contrario, ellos sufren y, de hecho, el problema es que no quieren sufrir y paradójicamente sufren más. Tienen una idea preconcebida sobre qué les ocurre y cómo hay que solucionarlo, basada en la cultura clínica que a todos nos impregna. Entre otras cosas este texto denuncia, de forma valiente, de dónde surge esta cultura clínica o mejor dicho esa información sobre los trastornos y sus tratamientos tanto farmacológicos como psicológicos.


Para explicarlo mejor, en un estudio donde se preguntó a jóvenes a los que se les había prescrito antipsicóticos, pero que aún no los habían tomado nunca, sobre que esperaban de estos fármacos, las respuestas fueron: “mucha ayuda, ayuda para eliminar mis pensamientos y hacer que los síntomas no me molesten”; pero cuando se les volvió a preguntar, tras 6 semanas de su uso continuado, decían que el medicamento les había producido un estado de “indiferencia y desapego sobre los síntomas”, era como si los medicamentos hubieran amortiguado la relevancia de los síntomas psicóticos más que eliminarlos (Mizrahi, 2005).


Si reflexionamos sobre la finalidad que buscamos los psicólogos profesionales en salud mental con nuestros pacientes; todos deberíamos coincidir que pretendemos encaminar no únicamente aliviar síntomas; sino, que logren comprender de donde provienen, que se conozcan, que sean capaz de entender su propio mundo emocional, que desarrollen distintas herramientas y recursos para solucionar de forma independiente diversas dificultades en la vida cotidiana; en pocas palabras, como lo recalcan González Pardo, H., & Pérez Álvarez, M. (2007) “entre estos objetivos alternativos a la eliminación de los síntomas se podría citar, por ejemplo, la aceptación de los propios síntomas y la reorientación de la vida e, incluso, la evitación de la medicación y de la hospitalización.”


Esto significaría cuestionar que los problemas psicológicos no provienen únicamente de un factor biológico, genético o médico, sino incluir que muchos de estos se desarrollan a partir de factores psicosociales que usualmente son de mayor impacto para los pacientes, y por esta razón requiere de mucho trabajo en psicoterapia para aliviarlos. Partiendo de este punto, el error está en buscar esta necesidad en un médico psiquiatra que desconoce estos procesos; y de igual manera considerar que un psicólogo solo buscará eliminar síntomas. Es imprescindible que el paciente conozca sus necesidades, expectativas y objetivos que desea lograr para sí mismo y elegir el tratamiento que se incline a éstos.


Por otro lado, “Hay que señalar a la terapia cognitivo-conductual como la terapia psicológica que representa al modelo médico de psicoterapia. No en vano la terapia cognitivo-conductual ha ganado su reputación en comparación con la medicación (mostrando, en general, tanta o más eficacia que ésta)” González Pardo, H., & Pérez Álvarez, M. (2007). La razón particular de su efectividad, lo comprueban sus técnicas y procedimientos, pero principalmente la relación terapéutica que construyen los psicoterapeutas con sus pacientes, y es precisamente esto lo que se ha evidenciado en la práctica clínica ,donde se comprueba que la relación terapéutica es la clave para lograr los objetivos del paciente, ya que se ilustra a un profesional que comprende su problema de manera genuina y lo acompaña y orienta hacia su meta final, desvinculándose de la etiqueta y percibiéndolo como una persona que tiene su propia historia y no como un paciente que padece “una enfermedad mental”.


Conclusiones

  • Las conclusiones derivadas con lo expuesto anteriormente y el mensaje general que se procura que sea de comprensión para el lector, es primordialmente resaltar la relevancia que tiene el hecho que los pacientes sean personas activas en su tratamiento y no únicamente en el compromiso dentro del mismo, cuestionando al profesional quién le atiende. Es sumamente importante ser informado y a la vez preguntar sobre como procederá su tratamiento y los posibles efectos que tendrá de la misma.

  • De igual manera debe ser sabedor que tiene en sus manos y a criterio propio la elección que considera más conveniente y beneficioso para sí mismo; siendo consciente de sus objetivos y expectativas.

  • Como pacientes pueden elegir someterse a una psicoterapia, al tratamiento farmacéutico, a ambos o ninguno; todo recae en que se pueda evaluar que tratamiento está siendo afectivo y corresponden a los resultados que se esperaba visualizar; no obstante, a criterio personal y profesional, debo advertir que no todos los problemas psicológicos requieren medicación y usualmente se solventan en la psicoterapia; los resultados pueden ser tardíos, pero son más genuinos y generan mayor satisfacción y bienestar personal.

  • Asimismo, quiero aprovechar para subrayar en el reto que tenemos los psicólogos de estar a la vanguardia, realizar investigaciones y cuestionar a la medicina psiquiátrica. Nuestra labor implica poner en primer lugar las necesidades y demandas de los pacientes; y cada vez más, ellos mismos comienzan a darnos su confianza y un mensaje: “soy una persona, y no un enfermo mental”. ¿Qué tanto apoyamos a este mensaje?

Para finalizar, citaré lo que González Pardo, H., & Pérez Álvarez, M. (2007) acentúan: “la cuestión no es Psicología contra Psiquiatría, sino la perspectiva contextual de los «trastornos mentales» frente a la perspectiva médica de éstos, sea psiquiátrica o psicológica. La cuestión es, en definitiva, escuchar a la persona.”

Fuentes consultadas.

· González Pardo, H., & Pérez Álvarez, M. (2007). La invención de los trastornos mentales. ¿Escuchando al fármaco o al paciente? Madrid: Alianza.

· Yanguas, E. P. (2013). Los medicamentos en psiquiatría. España


Autora: Karla Jazmín Linares Calvo.

Egresada en psicología clínica, auxiliar de cátedra en Universidad de El Salvador, miembro de hablando de psicología en El Salvador, correo: Karlalinares299@gmail.com


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